Sin duda, el Data Governance es un concepto multidisciplinario que abarca desde la seguridad de la información hasta la toma de decisiones bien informadas, basadas en datos, con el objetivo final o desafío de incorporar el gobierno del dato en el ADN del negocio. Es un desafío porque cumple con una paradoja: se aplica mejor a negocios maduros, que son los más adecuados debido a los estándares ya establecidos a lo largo de la experiencia. No obstante, este tipo de negocios son los más resistentes al cambio, y el Data Governance es una tendencia de vanguardia que necesita de cambios.
Más allá del cumplimiento normativo, como en el caso europeo del GDPR, hoy en día la consolidación de la reputación se logra mostrando métricas al cliente, ya sea una institución de carácter público o privado. Actualmente, todo es cambiante, por lo tanto, todo debe ser medido para controlar el impacto de la decisión tomada. De esta forma, se puede lograr una eficacia operativa y poder innovar de acuerdo a las certezas que tenemos para el crecimiento saludable del negocio.
Los países con mayor desarrollo en términos de Data Governance en el contexto latinoamericano no solo son Panamá y México. Según la investigación realizada por Global Data Governance Mapping, y de acuerdo a los KPIs medidos (estratégico, regulatorio, responsable, estructural, participativo, internacional), los países con la aplicación más avanzada de esta nueva tendencia a nivel corporativo e institucional, y a nivel de gobiernos, son: Colombia, Uruguay y Argentina.
Se cree entonces que esta tendencia es una utopía necesaria, no solo para los negocios, sino también para las instituciones de gobierno. Hoy, desde el contexto latinoamericano, el «Data Governance» se aplica por obligación regulatoria de los diferentes gobiernos centrales de cada país, o solo se lo ve como un «sello» de branding corporativo, que efectivamente muestren autoridad en el «data-driven». Solo el contexto cultural de la empresa, las acciones y estrategias aplicadas, lo dirán.